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por Jorge Torres Roggero

Imagen (38)1.- Manuel Ugarte: un maldito

En el prólogo del libro  La reconstrucción de Hispanoamérica, Manuel Ugarte (Bs.As., 1875/Niza, 1951) sostiene que lo que vamos a leer es “un testamento y una despedida”. Desde que, a comienzos del Siglo XX, inició su batalla cultural contra el imperialismo y por la unidad latinoamericana, solo tres libros suyos fueron editados en Argentina. Su lucha y su obra fueron silenciadas por el aparato cultural de la oligarquía. En gira de conferencias por toda América Latina, “agotó su fortuna personal, despertó la aversión de los cipayos, de derecha y de izquierda y fue expulsado del Partido Socialista por su “nacionalismo latinoamericano”. Sus libros principales fueron editados únicamente en España y Francia.

El libro póstumo, que vamos a recorrer juntos, fue editado en 1961 por Editorial Coyoacán. Su viuda, Thérese Desmard comenta: “Se le negó todo, hasta una jubilación como periodista a aquel que había invertido toda su fortuna en grandes campañas continentales, a principios de siglo, para pregonar la unidad de los pueblos de América Latina”. El desconocimiento deliberado de su obra asegura, es el resultado “de una confabulación del imperialismo contra el que luchó toda la vida”. Aislado y perseguido, se vio obligado “a asumir un destierro voluntario de cuarenta años”.

Los siete capítulos de La reconstrucción de Hispanoamérica que se publican fueron corregidos por Ugarte. Pero el prólogo es una recopilación de los apuntes que había preparado para una redacción ulterior. El manuscrito quedó inconcluso. Trabajaba en él cuando la sorprendió la muerte en 1951.

En 1945 había regresado fugazmente a la Argentina y, con disidencias, apoyó el movimiento popular naciente. Entre sus papeles, se encontró un texto en que sostenía: “Perón es la voluntad nacional y en ella se funda actualmente la salvación de la Patria. No he pertenecido nunca al bando de los aduladores y si hago ahora esta afirmación, si he vuelto especialmente de Europa para votar a Perón, es porque tengo la certidumbre absoluta de que alrededor de él debemos agruparnos, en los momentos difíciles porque atraviesa el mundo, todos los buenos argentinos.” Y concluía: “Todos los presentimientos y las esperanzas de nuestra juventud, volcada un instante en el socialismo, han sido concretadas definitivamente en la carne viva del peronismo que ha dado fuerza al argentinismo todavía inexpresado de la Nación. Ahora sabemos lo que somos y a dónde vamos. Tenemos nacionalidad, programa, derrotero.”

2.-Mestizaje: ¿el fuerte siempre gana?

Eva Perón hablaba del «derecho victorioso del más débil». En consecuencia, a lo mejor  la  historia  de nuestras luchas por la vida, de la selección de las especies y del dominio del más fuerte, nos es la verdadera historia. Esas, diría Borges, son “nuestras imposibilidades”. Como en la microbiología, existen otras posibilidades. Está comprobado que, mediante la cooperación, el débil logra sobrevivir y sobreponerse a la agresión del más fuerte. Refiriéndose a esto, dicen los microbiólogos Lynn Margulis y Dorion Sagan en Microcosmos: “La competencia en la cual el fuerte gana ha recibido mucha mejor prensa que la cooperación. pero ciertos organismos superficialmente débiles han sobrevivido formando parte de entidades colectivas, mientras el representante de los fuertes, al no haber aprendido el truco de la cooperación, fueron arrojados a la pila de los residuos de la extinción evolutiva”.

También el sexo es un tipo de realimentación: ““El sexo, postulan, como la simbiosis, es expresión de un fenomeno universal, el principio de mezclarse y congeniar. Dos organismos, sistemas u objetos bien desarrollados y adaptados se combinan, reaccionan, vuelven a desarrollarse, definirse, adaptarse y surge algo nuevo”.

De tal modo, no seríamos seres autónomos, sino eslabones de una cooperación simbiótica. La vida es una forma de cooperación. Surgiendo de la confusión y el caos, se realimenta. La supervivencia no es una especialización de los más aptos; es, en cambio, la cooperación como la más potente operación de cambio evolutivo.

A partir de una intuición poética, Kropotkin postula una interpretación del origen de las especies de un modo diferente al determinismo positivista. En su libro Socorro Mutuo, plantea: “Si nosotros preguntamos a la naturaleza quienes son los más aptos, si los que continuamente guerrean entre sí o los que se respaldan mutuamente, vemos de inmediato que los animales que adquieren habito de socorro mutuo son indudablemente los más aptos. Tienen más oportunidades de sobrevivir y alcanzar, en sus clases respectivas, el mayor desarrollo de inteligencia y organización corporal”.

Estos aspectos que vuelven a ser tenidos en cuenta ante el peligro de disolución de la cultura occidental como catástrofe ecuménica, nos enfoca en la obra póstuma de Manuel Ugarte de la que daré cuenta somera como un modo de cultivo (cultura) de la esperanza. A nuestros pueblos todavía les es dado bregar por la autoorganización mediante la dependencia mutua. La coevolución está a nuestro alcance. La identidad está escrita en lo que hacemos. Recibimos información y recibimos caos: nuestro enigmático mestizaje genera pensamiento y conducta. A veces, los pensamientos son estereotipos, simplificaciones que seleccionan y abstraen sentimientos, sensaciones, matices, pero debajo de cada pensamiento fluyen nuevos reprofundos de sensaciones y sentimientos, florecen rizos de realimentación del cerebro con la palabra y la presencia de olvidados dioses.

3.-Un estuario de recuerdos

Ugarte postula que en Iberoamérica se intersectan dos vectores principales. Su presencia es tan poderosa que nada ni nadie puede desviar o suprimir estas dos grandes vertientes“la que emana de la América precolombina y la que irrumpe con la presencia hispana. Fundidas una y otra en estuario de recuerdos, realizaciones y esperanzas frágiles aun en ciertos órdenes, a pesar de todo un programa, una herencia y una brújula, hay que evitar que corran riesgo de desaparecer porque constituyen la promesa de una nueva modalidad humana, de un pensamiento distinto dentro de los valores universales” (p.9)

Fíjense en la poderosa metáfora: “estuario de recuerdos”. Los argentinos estamos marcados hasta en el nombre por un barroso estuario. Eso somos, una confusa patria, una barro que anda, cargado de vida bullente atacada por acosos externos, por agrotóxicos de toda laya. Somos un fluir de recuerdos y nuestras realizaciones y esperanzas son todavía frágiles. Sin embargo, postula Ugarte, hay que aferrarse a ellas. Siempre están en riesgo de desaparecer y siempre estamos evitando que desaparezcan porque ellas constituyen la promesa. Esa promesa es la de una nueva conciencia universal “una nueva modalidad humana, un pensamiento distinto dentro de los valores universales”.

4.-La Caldera

En la emergencia de América como etapa superior y “tiempo entero”,  sucedió que a los que se alejaban de la metrópoli no les quedaba otro remedio que elevar y aceptar al indígena dentro de la nueva nación. Por otra parte, es claro que la independencia nació del esfuerzo concordante del criollo de sangre blanca y de sangre mezclada. Cada grupo dio hombres que contribuyeron a alcanzar el resultado, volcándose todos, podríamos decir dentro de la caldera en que hervía la futura nacionalidad.

Empapados los dirigentes de ideas conservadoras hasta intentaron, en un momento,  la creación de monarquías o de imperios. Favorecieron, además,  dentro de la minoría blanca dominante, el nacimiento de grupos privilegiados, mitad aristocráticos, mitad plutocráticos. Fue un doble error que avivó la rebelión, la inseguridad y la indisciplina.” (p.27)

La oligarquía instaurada en la gesta libertadora asentó su justificación en una independencia teórica y estableció un cordón de hierro entre la minoría gobernante y las mayorías populares. A finales del XIX proliferan los conventillos en Buenos Aires. Guillermo Rawson publica en 1885 su estudio sobre las casas de inquilinato. La escasez y la miseria lo conmueven, pero, en el fondo, es una apelación al instinto de supervivencia de las clases dominantes todavía conmovidas por la fiebre amarilla de 1871. No basta la limosna, de esas “fétidas pocilgas” donde se cultivan gérmenes de terribles enfermedades salen las manos y los cuerpos que trabajan en los lujosos palacios. Así un buen día, el tifus, la difteria, atacan a ese hijo, “que es un ángel”. Este temor al pobre como amenaza innominada, puede palparse en dos conocidos cuentos de la literatura argentina “Tini” de Eduardo Wilde y “El hombrecito del azulejo” de Mujica Láinez en que los médicos Wilde e Ignacio Pirovano son personajes importantes.

De tal modo Buenos Aires es un taller de epidemias y el conventillo “tálamo en el cual la fiebre amarilla y el cólera se recrean”; pero, presenta, a la vez, una verdad más alegre. El conventillo es también “la olla podrida de la nacionalidades y las lenguas”: teatro de amores, de dramas y tragedias, lugar de encuentro, a través de una oralidad babélica, de milenarias recetas culinarias. Allí germinan las “multitudes argentinas” en la solidaridad de la pobreza, en los niños que en la escuela pública se “argentinizan”. La madre italiana de Nicolás Olivari canta junto al fuentón mientras lava la ropa. En la Musa de la mala pata, gringa canta “yo soy la morocha, la más agraciada”; y el poeta poetiza: “la primera palabra en argentino que le oí a mi madre”. Esa confusa patria alumbrará, como un todo de autoorganización poderosa, la chusma sagrada de Almafuerte e Hipólito Yrigoyen.

Esa creatividad secreta del pueblo estará siempre en contradicción con el odio secreto de la oligarquía que se convirtió en el mejor aliado del imperialismo.

Dice Ugarte:  “…se afianzó el prejuicio de que sólo me mantenía la dignidad con los títulos universitarios, el uniforme militar o las tareas de gobierno. Así resultó la independencia en cierto modo teórica. El colonialismo político pasamos al colonialismo económico. Se aceptó como natural que las riquezas nacionales – in nomine – fuesen explotadas y fiscalizadas por organismos ajenos a nuestro conjunto”(…) “…las empresas extranjeras se apoderaron del suelo y el subsuelo.”(…) “Se entorpeció, por encima de todo, la facultad de crear. Pese a la independencia aparente, toda iniciativa y todo esfuerzo siguió ajustándose a fórmulas importadas. Cuanto vivificó la tierra nueva continuó siendo accionado desde lejos. Cada empresa próspera dejó sus beneficios fuera de la colectividad. No se hizo sentir uno de esos movimientos unánimes que renuevan el espíritu y le permiten adueñarse de todo lo que le rodea”(p.28)

5.- Ponerse a deletrear hechos

Manuel Ugarte inicia así lo que él denomina un “modesto silabario para deletrear hechos y buscar soluciones”. Considera que la Segunda Guerra “proyecta una luz clara sobre la evolución del Continente. Percibe circunstancias y perspectivas nuevas que rebasan los panoramas habitualmente evocados. Hay situaciones que obedecen a “otras rotaciones”. Rescata una vieja palabra cara a su comienzos modernistas y que alude a sensibilidad especial para percibir aspectos no visualizados de la realidad: vibración. Lo que la mirada (teoría) europea no ve, es develado con los ojos penetrantes de la mirada propia. Persiste una vibración “que correponde a nuestra entidad geográfica, étnica y espiritual para favorecernos o salvaguardarnos en medio del trágico remolino”. (p.12)

Ante el silencio de los que mandan, se levantan tumultuosamente las preguntas: “¿Qué somos? ¿Cómo hemos vivido? ¿Qué nos aguarda? (…) La contemplación del horizonte todavía en llamas nos hace pensar en el futuro. Nunca se vio tan loca confusión de ideas, jamás estalló la desorientación en forma tan estruendosa. ¿A dónde vamos?

 

6.- Una radiografía heterodoxa

Todos recordarán el oscuro pesimismo de la Radiografía de la pampa. Munido de filosofía europea, de un primitivo psicoanálisis, de las doctrinas y símbolos de extremo oriente, Martínez Estrada condena a las multitudes argentinas y sus posibles caudillos a un laberinto sin salida, a importadores del subconsciente europeo y la cloaca de occidente.

Asimismo, la radiografía de Ugarte es mucho más alegre que “el pecado original de América”  de H. A. Murena que nos sumerge hasta la verija en la barbarie. “Al resplandor del incendio, postula Ugarte,  surgen perspectivas nuevas que ponen en evidencia errores endémicos y ofrecen, en cierto modo, una radiografía de nuestro estado” (p.12)

Entonces comienza su reivindicación del mestizaje como una energía genética y como apertura a una conciencia universal. Urge, por lo tanto, retomar “… problemas capitales que hasta ahora fueron olvidados: el de la convivencia de los diferentes componentes étnicos, el de nuestra debilidad en medio de los remolinos del mundo, el de la valoración de los elementos propios de riquezas nativas, para no citar más que algunos”. Para ello, es necesario no enfocar los problemas desde el punto de vista de las ideas generales (pura teoría) o de los apasionamientos instintivos como hinchas de un ininterrumpido match de fútbol. Dejemos de vivir “del contagio de Europa”, de las repercusiones de lo que allá dicen, piensan y hacen. Él, que fue expulsado del socialismo por su “nacionalismo latinoamericano”, es un vivo ejemplo. En efecto, “el socialismo fue enemigo en teoría del capitalismo nacional, pero no lo fue en ninguna forma del capitalismo extranjero” (p.102)

7.- Tumultos de la humanidad y horas confusas

Sin encarar la lucha antiimperialista, de nada valen las elucubraciones filosóficas y su carga de erudición prestada:  “Los imperialismos que nos supergobiernan tienen una verdad para ellos y otra para los pueblos que aspiran a seguir mediatizando” (p.13)“Francia en Marruecos, Inglaterra en la India y los Estados Unidos en Iberoamérica han seguido después ( la táctica de fingir favorecer las intrigas interiores exasperando los apetitos de los jefes como César)  la misma política, probando que el supremos peligro de los pueblos débiles suele residir, más que en la fuerza del enemigo, en la infidencia de los connacionales, en la deserción de una minoría que enlaza sus intereses con el invasor”(p.54) 200.000 soldados dio Iberoamérica bajo otras banderas en la guerra del 14 pero muy pocos acompañaron a Sandino cuando se “lanzó a reivindicar la libertad de Nicaragua”(p. 55)

Sin embargo, los imperialismos llevan en sus entrañas los gérmenes de su destrucción. “La misma captación unilateral, basada en privilegios comerciales, que representa la manera más perfeccionada del colonialismo, implica a la larga, desangramientos tanto más importantes cuanto más amplio es el radio en que se ejerce la acción. Resulta dudoso que un pueblo pueda sacar todo de otro durante mucho tiempo sin dejarle nada. Por disciplinados y estrictos que sean los procedimientos, siempre hay un desgaste que resta fuerza. El organismo conquistador se desvirtúa y decae en proporción a la distancia que le separa de sus bases. Esta ha sido en todas las épocas la causa que determinó la caída de los núcleos dominantes, inferiorizados por civilizaciones tributarias o sorprendidos por sublevaciones de esclavos”.

Hoy en día, pensamos, la flecha del tiempo se ha invertido. Los Estados Unidos han entrado en una fase entrópica y China ha salido desde la profundidades de su cultura milenaria al encuentro del futuro. Es una hora de tumultos; y el tumulto es un don iberoamericano. Han anunciado su presencia ciertas estructuras disipativas, cierto caos activo, caliente y energético, indemne a las pistolas táser y la vigilancia electrónica.

El caos turbulento que cada vez opaca con más fuerza el orden occidental, anuncia en silencio la desintegración del sistema y la emergencia de nuevos equilibrios. Es necesario restaurar el carácter abierto de la historia, “en los grandes tumultos de la humanidad unos núcleos naufragan y otros resurgen. Conviene familiarizarse con los defectos y las cualidades nuestras, con los puntos fuertes y los puntos vulnerables ajenos para encarar resueltamente el porvenir en el ring trágico de posibles victorias o derrotas de los siglos”(p.35) Ante este panorama, es necesario ensayar modos de ver propios y no dejarse sugestionar por constelaciones extrañas, ajenas a nuestro acontecer y a nuestros avatares concretos como sujetos históricos. Ugarte llama a: “Examinar en horas confusas nuestros intereses especiales, regionales, inalienables desde un punto de vista propio, desligado de extrañas sugestiones” (p.10)

En medio del desorden, hay que “sacar enseñanza de los errores pasados para preservar en la parte del planeta en que nacimos las formas de vida, de pensamiento, de acción que integran las distintivas, los resortes, la atmósfera sin la cual seríamos tributarios de otros pueblos y, a poco andar, virtualmente vasallos”. (p.10). Es claro que el idealismo, el derecho, la justicia, las fuerzas espirituales, en la historia fáctica, sólo triunfan fugaz y fragmentariamente. Es parte de nuestro conocimiento de la historia universal tener en cuenta que el punto de partida es un cruce o intersección: el de la América autóctona con la conquista ibérica. Idioma y cultura hispanas se sobrepusieron y de tal modo constituyen las bases dominantes. Por lo tanto, mientras más cerca de las fuentes, más personalidad; cuanto más pasado, más patria. Por supuesto, deberá tenerse en cuenta que el componente hispano es solo un aglutinante; pero el componente nativo es volumen vital que gravita sobre el porvenir. Los nativos, mal pagados, mal nutridos, llevan “sobre sus espaldas la riqueza que se va”. (71-74).

Ugarte no acepta el indigenismo ingenuo: “El indigenismo, o indianismo, significa regresión a la América precolombina y sólo puede tener curso como fantasía literaria.” “…cabe preguntarse en qué idioma se haría la campaña para exhumar el pasado” (p.72) La realidad de la nueva América es el mestizaje. La mezcla mantuvo mentalmente una jerarquía frente a las diferencias étnicas después de haberlas desmentido por la cohabitación en las costumbres.(p.60)

La independencia debe estar afirmada sobre cimientos vitales. “…el derecho, la justicia, la libertad no son leyes morales infalibles, sino consecuencias variables de los factores económicos y la situación material de los pueblos”(P.58) “El hueso de las naciones no está en sus preferencias filosóficas, políticas o sociales, sino en la organización de los recursos económicos que preservan la autonomía. (…)”De nada sirven principios o sistemas si el organismo material sucumbe y se extingue la fuerza vital sobre la cual aspiran los mismos teóricos bullangueros a ejercer acción”.(p.79)

8.- La Patria es un ser viviente

Como vemos, para Ugarte los “cimientos vitales” de un pueblo no residen en las grandes ideas, sino en lo que constituye su cuerpo vivo, sus vísceras humeantes, o sea, “los recursos económicos que preservan su autonomía”.

De entre esas materialidades emana “el alma” de un pueblo, su modo de plantarse en la historia y en la transhistoria individual y supraindividual: “Todo ser viviente –y la Patria es un ser viviente en la historia como puede ser un águila en el cielo – todo ser viviente, digo, por inferior que sea el rango que ocupa dentro de la zoología, tiene el instinto de perdurar. Hasta en la escala más rudimentaria, se precave, por un lado contra la agresión de las especies más fuertes, y por otro, contra los alimentos o climas que le son contrarios. Los pueblos que no quieren desaparecer muestran también esa doble preocupación de prevenir filtraciones extrañas y aportes que minan la salud y fortaleza. (p.79)

Nuestra América no tuvo en cuenta esta doble preocupación. ¿Cuál era el único peligro? Sin duda las acechanzas de las grandes naciones imperialistas. Sin embargo, organizó sus defensas pensando en las hermanas repúblicas limítrofes y las abrió de par en par a los poderosos imperios. Fue así como entregó las riquezas del suelo y subsuelo; aumentó desorbitadamente la deuda pública y derrochó su tiempo enredándose en debates estériles, en gritos de tero destinados a esconder el nido de iniquidad de la entrega por parte de los vendepatria. De tal manera, los extraños se apoderaron de la regulación de las funciones vitales del pueblo. ¿Si no accedemos a las exigencias de la usura internacional, dicen, ¿cómo venderemos nuestros productos? Ugarte daba el ejemplo del Pacto Roca/Runcinam. Funda, desde una perspectiva nacional y latinoamericana, en qué consiste estar “aislado del mundo” y “de las inversiones”.

Ugarte concluye con una apelación que implica una cambio en la flecha posible/duración. Paradójicamente, las naciones no pueden vivir sin una mística. Las patrias se van haciendo día a día: “La evolución de las patrias que aspiran a durar es una carrera de antorchas en el curso de la cual las generaciones se van pasando la llama encendida en vista de una finalidad que ninguno concreta en sí y que solo se cumple con la solidaridad en el curso de los tiempos”. Si es necesario que cada república mantenga su demarcación, sus costumbres y su gobierno; que, por lo menos, “en las líneas básicas y vitales, exista una esperanza, un orgullo y un derrotero común”. Estos son algunos lineamientos de un libro inconcluso cuyas últimas páginas fueron firmadas, a modo de despedida, en Niza, noviembre de 1950.

Jorge Torres Roggero

Profesor Emérito, Universidad Nacional de Córdoba

FUENTES:

Briggs, J. y Peat R.D., 1990, Espejo y Reflejo: del caos al orden, Barcelona, Gedisa Editorial

Martínez Estrada, Ezequiel, 1961, 5ª Edic., Radiografía de la pampa, Bs.As., Losada

Mujica Láinez, Manuel, 1994, Misteriosa Buenos Aires, Barcelona, Seix Barral

Murena, H.A., 1954, El pecado original de América, Bs.As., Sur

Olivari, Nicolás, 1966, El gato escaldado, Buenos Aires, CEAL.

Páez, Jorge,1970, El conventillo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina

Wilde, Eduardo, 1938, Prometeo & Compañía, Bs.As., Ediciones Anaconda

Ugarte, Manuel,1961,  La reconstrucción de Hispanoamérica, Buenos Aires, Coyoacán